Érase una vez, una fregona que le gustaba mucho fregar. Fregaba a todas horas: por la mañana, por la tarde, por la noche, de madrugada, los días de fiesta y los días normales. Pero, de tanto fregar,se volvió loca.
La fregona fregaba el techo, las paredes, las ventanas, los cuadros, la tele, los platos, las muñecas, las lámparas, las sillas, el frigorífico, las ceras... Todo lo ponía chorreando.
Un día, salió fregando la entrada de la casa. Siguió fregando los árboles de alrededor y siguió, siguió y siguió hasta que se perdió a lo lejos y no se volvió a ver más.
FIN
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