Todo el barrio pensaba que estaba loco y al día siguiente las personas y los niños le decían loco.
Cuando la gente le ponía nervioso se iba al río y se tiraba al barranco. Siempre se tenía que partir algo. Siempre venía la Cruz Roja y tenía que ir siempre al hospital. Se tenía que quedar 450 años y siempre tenía que venir con muletas y lloraba porque se quería tirar otra vez por el barranco.
Un día ya no se tiró por el barranco y desde ese día ya no fue más tonto.
FIN.
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