Había una vez un pequeño caracol que vivía en una orilla del Río Genil con sus hermanos.
Un día, vio un perro muy grande y al verlo, el pequeño caracolito se sintió insignificante y se puso a pensar cuanto le gustaría ser tan grande como ese perro.
De pronto se hizo realidad su sueño y se convirtió en un caracol enorme. Tan grande como aquel perro que él vio. Entonces se puso muy contento pues ya era tan grande como él quería.
Se sentía muy importante. Pero un día, cuando vinieron sus hermanos no lo reconocieron y eso le puso muy triste. Se fue solo a darse un paseo y se encontró una niña que se llevó un susto morrocotudo. Le dio mucho asco y se fue gritando.
El caracol se dio cuenta de su error y pensó lo bonito que sería volver a ser como antes.
Moraleja: Cada uno debe aceptarse como es.
FIN.
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